Nos vemos en septiembre

Mi amigo Triste Romeo cierra su blog por vacaciones o mejor dicho, porque se toma unas vacaciones para seguir estudiando...

¡Que tiempos estos!

Recuerdo cuando yo me tomaba vacaciones justamente para lo contrario, dejar de estudiar.

Allá donde estuviera viviendo, toda la familia cogiamos los bartulos y marchabamos a ver a los abuelos. Recuerdo especialmente, cuando viviendo en Valladolid, mi padre con su recien estrenado seiscientos, nos llevó a casa de los abuelos, en Madrid, a pasar el verano.

Nunca olvidaré las tardes bajo las parras, ni la casa que me construí en la morera casi bicentenaria del jardín. Me gustaba especialmente jugar a la manga riega, cuando mi abuelo sacaba una goma con la que regaba, rosales, ruda, geranios y una milagrosa glicinia que pese a los rigores del invierno, nunca se había helado, y yo pasaba por debajo del agua mientras mi abuelo con complicidad a veces me soltaba un empapante y divertido manguerazo.

Me hice amigo de los gatos y de cuatro amigos callejeros, Pipo, Mamen, Juanjo y Antonio, con los que compartí aquellas gratas y ya perdidas, noches de verano de aquel barrio de Madrid que tanto se parecía a un pueblo.

Eran días de mi niñez, cuando mi mayor preocupación era que hiciera buen tiempo, mi pesadilla las acelgas que mi abuela me hacia comer y mi sueño ver a mis amigos para contarles historias del mar.

Un mar que nunca habían visto.

Eran días de alegría y amistad, aquellos en los que yo me inventaba el mar, dentro de un barreño, mientras una niña morena, que acababa de conocer, me sonreía en silencio...

Hasta septiembre Romeo, yo seguiré aquí, por si vinieras a vernos.